Este será por demás el post mas extenso que jamás haya publicado en mi blog. El tema lo amerita. Me era necesario poner toda esta experiencia por escrito, hacer esta catarsis, desahogar de alguna manera esta dolorosa experiencia y vaciarla . Aun así, sigo sintiendo que me hacen falta muchas cosas por decir, que el dolor aun no se traduce en palabras, por que las palabras aun por expresivas y detalladas que sean, jamás podrán plasmar el dolor que siente una madre al perder un hijo.
Uno de los recuerdos que se me repite en la memoria, es recordarme en la sala de ingreso de la clínica esa mañana del 30 de Noviembre. El recuerdo se repite mucho en mi cabeza pues revivo la sensación que sentía en aquel momento cuando me decía a mi misma “aguanta Johana, que a este dolor tan fuerte solo le queda un par de horas y lo que viene recompensara todo este doloroso momento”….que ironía pensar que por el contrario el dolor que me esperaba era mayor y perduraría por mucho mas tiempo que aquellas cortas horas de pre-parto.
Recuerdo esa mañana como si fuera ayer….el día amaneció tan hermoso, tan soleado, tan perfecto, que pensaba que no había un día mejor para que Gamal hubiese decidido llegar. Lo esperaba con tal desesperación que cualquier síntoma de parto seria recibido con pura emoción más que con miedo. La espera fue una espera compartida; todos mis amigos y allegados también se hicieron parte de la excitación de la espera. La panza era enorme, así que era entendible que yo estuviese completamente desesperada por que llegara el día de parir. Cada noche al acostarme pensaba “Quizás esta noche Gamal nos de la sorpresa”....
DIA 1
Eran las 6:40 AM del 30 de Noviembre cuando empecé a hacerme consciente de que tenía una sensación parecida a las esperadas contracciones. Deseaba tanto que llegara el momento que me quise convencer a mi misma de esperar un poco antes de hacerme ilusiones. Me quede en la cama, pero despierta; tratando de ver si volvía una sensación parecida y entonces me di cuenta que si, que efectivamente había un sensación que iba y venia. Me pare de la cama con deseos de ir al baño y fue cuando me di cuenta que había manchado…Me hizo tan feliz ver ese manchado!!! Pues supe que había llegado la hora de darle la bienvenida a mi chiquito, de verle su carita y estrecharlo finalmente entre mis brazos.
Mientras yo esperaba el parto en Santo Domingo, mi esposo llevaba varios días solo en Bávaro esperando que ya finalmente lo llamáramos para decirle que había llegado el momento, así que la alegría fue enorme cuando a las 7:45 AM lo llame para decirle: “Amor, hoy vamos a conocer a Gamal!”.
A pesar de mi desesperación por que llegara el momento, me bañé y me prepare con cierta calma, pues no quería llegar a la clínica con mucho tiempo previo, mas bien quería llegar cuando ya fuese prácticamente el momento de entrar a parir, pero tal como me habían dicho, los segundos partos son mas rápidos, así que pronto me di cuenta que tampoco había mucho tiempo que perder.
Mi hermana y yo llegamos a la clínica alrededor de las 9:45 AM y entre el momento de la revisión con la doctora y el momento del ingreso ya eran alrededor de las 10:30 AM, así que cuando me estaban haciendo los papeles de ingreso ya yo tenia cierta desesperación pues las contracciones avanzaban muy rápido. Le pedí a mi doctora que me llevara a la habitación pero que no me pusieran bata ni suero, pues quería tener la posibilidad de caminar con libertad. No pase mucho tiempo en la habitación cuando fue necesario comenzar a prepararme para llevarme a la sala de parto pues la labor de parto se desarrollaba muy rápido.
Ya en la sala de parto pedí que no me pusiesen mucha epidural pues la vez anterior con Ivana había perdido un poco la fuerza del pujo y no lo estaba haciendo muy bien, así que esta vez viví las contracciones al máximo.
Parir a Gamal fue dolorosísimo, fue intenso, fue trabajoso; tanto así que me dije “parir a Ivana no fue nada, esta vez si que se lo que es verdaderamente parir”. Recuerdo que mientras me llevaban de regreso a la habitación, mi esposo que había llegado mientras yo estaba en la sala de parto se acerco a la camilla para darme un beso y tan pronto como lo vi comencé a llorar y le dije entre lagrimas “dolió tanto amor…esta vez fue muy difícil”.
Gamal nació a las 12:30 PM, pesando 9 ¼ libras y tal como lo había pedido, lo pegaron de mi cara y de mi pecho tan pronto como nació.
Ya en la habitación, me llevaron el bebe alrededor de las 2:30 de la tarde, lo pegue a la teta y el se prendió como un campeón, como si lo hubiese hecho antes y fuera algo que supiera hacer de toda una vida. Si tan solo yo hubiese sabido que ese seria el único momento en que cargaría a mi hijo! Si tan solo me hubiese imaginado que esa seria la única ocasión en que lo amamantaría! Juro que lo hubiese dejado allí largo rato y aun cuando callera dormido, lo dejaría y lo disfrutaría viéndolo dormir en mis brazos.
Una vez dormido lo puse en su cunita, mientras me repetía a mi misma “Este si que es un ángel, será un santo comparado con Ivana”. Dormía tan apaciblemente, tan en calma, mientras yo juraba que este niño si que no me daría muchas malas noches.
Desde el inicio vi los labios del bebe un poco oscuros, pero como mi esposo es de color yo pensé que este si que seria el morenito de la familia y hasta bromeábamos con eso, ahora se que estas eran las primeras señales de que mi bebe empezaba a ponerse cianótico (morado).
Pasaron unas 3 horas y media. Ivana vino a conocer al bebe y la verdad no quiso acercarse, no quiso cargarlo ni estuvo muy amistosa, pero se animo mucho mas cuando encontró que debajo de la cuna había un regalo que Gamal había traido para ella. Mi esposo había salido a comprar unas cosas, así que cuando llego me pregunto si el bebe seguía durmiendo desde la primera vez que le di el seno o si ya había vuelto a comer, le dije que seguía dormido y ambos acordamos que aunque el estaba tranquilo seria bueno darle nuevamente de comer. Más o menos en ese mismo momento llego el pediatra mientras yo me disponía a amamantarlo. Me pregunto que cuantas veces lo había amamantado y le dije que desde la primera vez que me lo llevaron a la habitación ahora era cuando nos disponíamos a despertarlo.
ESE fue el momento que cambio nuestra tranquilidad, nuestra paz, nuestra alegría….Increíble pensar como en un segundo todo se vuelve contrariedad, angustia y preocupación….
El pediatra me vio ponerlo a la teta sin mucho éxito, pues el bebe estaba aletargado. Le quito entonces las mediecitas y sus pies estaban muy morados, su cuerpo en cierta manera también estaba muy morado. Golpeo las plantas de sus piececitos y su carita buscando que no estuviese tan letárgico, pero fue en vano…comencé a preocuparme, pero entonces el pediatra nos dijo que a un bebe que ha nacido tan grande no se le debe dejar tanto tiempo sin comer, que posiblemente todo se trataba de una hipoglucemia. Al tomarle la muestra de sangre efectivamente tenia la azúcar muy baja, así que decidieron que debían llevarlo a incubadora, observarlo y nivelar su azúcar. Yo comencé a llorar y las palabras de doctor fueron “no te preocupes, solo vamos a subir su azúcar y a tenerlo en observación, ya para las 8 de la mañana te lo volvemos a traer”…Ese fue el ultimo momento en que pude tener al bebe en brazos….todavía recuerdo la mezcla de sentimientos cuando se llevaron al bebe pues aunque estaba sumamente preocupada, pensaba en el feliz momento en que me lo traerían en la mañana y pasáramos “el susto”…pensaba en lo maravilloso que seria cuando a la mañana siguiente la enfermera tocara la puerta de habitación “donde esta la mama de este bebe que esta muerto de hambre”, o cualquier otra cosa parecida y ahí estaría yo nuevamente recibiéndolo en brazos…Eso nunca paso.
Esa noche a pesar de los puntos (por la episiotomía) no pude quedarme tranquila y aunque no se suponía que anduviese caminando, me fui hasta la 6ta planta donde tenían a mi bebe en incubadora…verlo allí me destrozo, ya no tenia yo paz, me echaba llorar frente a la incubadora, mi mente se sentía aturdida…no se suponía que yo estuviera allí, no era allí donde me imagine que estaría mi bebe a pocas horas de nacido. Pensaba y miraba todo como en un mal sueno.
Aunque para ese momento todo se trataba apenas de “un simple bajón de azúcar”, la angustia me mataba, yo no lo veía bien….lo veía respirar con dificultad e irse poniendo cada vez mas morado, sin embargo, todos los que estaban con nosotros en la clínica en ese momento trataban de calmar mi angustia dejándome saber que era solo “un bajón de azúcar” y que el bebe me lo llevarían en la mañana temprano.
Ya en mi habitación no logre dormir nada, pero una parte de mi guardaba la ilusión de pasaran rápido las horas de la madrugada para reencontrarme con mi bebe a la mañana temprano.
DIA 2
Yo me desperté y me bañé muy temprano, antes de que llegara la hora en que el bebe se suponía estaría de regreso, así que me fui nuevamente a la 6ta planta donde estaba el bebe para ver como había amanecido….una vez allí le pregunte a la enfermera que había estado en la guardia de la noche que como estaba mi bebe y su respuesta, lejos de aliviar mi preocupación, me dejo aun mas preocupada, ella dijo “el doctor va a hablar contigo”…si en mi quedaba algún ápice de tranquilidad, ese fue el momento en que desapareció completamente….automáticamente me llene de una gran angustia, de un gran temor y ya no era yo. Mi mente volaba tan rápido….pero para ese momento, lo peor que se me ocurrió pensar fue que quizás el bebe había nacido con diabetes y que el estaría condenado a las limitaciones propias de una persona diabética, pero jamás, jamás pensé que la situación era muchísimo peor de lo que yo hubiese podido imaginar ni en la peor de mis pesadillas.
El pediatra iba de un lado al otro y no nos decía nada, yo me moría por que alguien me dijera que estaba pasando y nos sacara de la angustia. Fue allí cuando supe que había un cardiólogo pediátrico que la clínica había mandado a buscar para realizarse estudios a mi hijo.
Para mi, el peor momento, el que no quisiera ningún padre tener que enfrentar es cuando te dicen “que pasen los padres que el doctor va a hablar con ellos”, automáticamente sabes que no es nada bueno, que habrán malas noticias, pero sobre todo que tu vida y la de tu hijo cambiaran después de esa conversación. Los pies, las manos y todo el cuerpo me temblaba mientras me dirigía al lugar donde hablaríamos con el doctor, me senté frente a el muerta de miedo y lloraba aun cuando ni siquiera sabía lo que tenia que decirme. Yo apretaba la mano de mi esposo con tanta fuerza y aun cuando intentas buscar toda tu fortaleza interior para usarla en ese momento, no hay nada, NADA que te prepare en la vida para escuchar que algo anda mal con tu hijo. La vida o mejor dicho, nuestra idealización de la vida, de lo que debe ser y lo que se debe esperar de la vida nos hace pensar que los problemas siempre tocaran la puerta del vecino, pero nunca la nuestra. Nuestro idealismo nos hace pensar así, nuestro egoísmo no hace pensar así. Yo no podía pensar en otra cosa mas sencilla que ir a parir y simplemente salir llena de felicidad con mi bebe en brazos, pero si, lamentablemente si….ahí estaba yo, no otro, no una persona a la que le toco y tu solo escuchaste la historia, no..era a mi y no a otra persona a la que le había tocado tan duro momento. Había una parte de mi que pensaba, por que mi egoísmo me hace pensar que esto podía pasarle a otra persona pero no a nosotros?
El diagnostico fue Cardiopatía Congénita Compleja. La explicación del medico fue detallada, quizás hasta fría, pues sin importar cuanto yo llorara frente a el, siempre recordare que como medico (inmune a las emociones) no fue capaz de ponerme una mano en el hombro y decirme alguna palabra alentadora, consoladora, humana (mas allá de las explicaciones técnicas medicas). Lo revivo ahora y me sigue doliendo que en mi condición de mujer convaleciente (por estar parida) y mas allá de mi condición de madre, no le produjera nada, emocionalmente, nada. Y encontrare (y mucha gente sabrá darme) mil explicaciones razonables de por que los médicos se insensibilizan, pero igual duele mucho que esa persona frente a ti no muestre el mas mínimo sentimiento de empatía. El doctor entonces procedió a explicarnos y dibujarnos como funciona normalmente un corazón y del otro lado nos explico y dibujo como se había formado el corazón de nuestro hijo y nos hablo de cuales eran las posibilidades del bebe, las futuras intervenciones quirúrgicas que necesitaría su corazón (en total unas 4) y nos hablo de que el primer paso para esas cirugías, era conseguir un medicamento que para colmo de males no se vendía en nuestro país y que solo se vendía en Puerto Rico, Estados Unidos y Canadá. Que angustia tan grande! Pensar que las posibilidades de mi hijo ahora dependían de un medicamento del que no teníamos idea de como conseguir (pues el medicamento no se vende a cualquier particular, sino mas bien de centro medico a centro medico). Había algo peor que recibir la noticia de la critica condición de mi hijo? Si, y era saber que sin importar todo el dinero que pudiésemos tener en nuestras manos en ese momento, no podríamos comprar el medicamento tan pronto como quisiéramos para comenzar a mejorar su vida. En pocas palabras, de repente me sentí como viviendo una horrible película, de esas en las que la vida de una de una persona es una carrera contra el tiempo o hay solo unas pocas horas para actuar o hay una bomba de tiempo con el marcador corriendo. Así nos sentíamos, desesperados, acorralados, sin salida… ahora las posibilidades de vida de mi hijo dependían de una carrera contra el reloj….
Era ya alrededor del mediodía, mi familia y amigos de repente convertimos la habitación en algo parecido a un call center, llamábamos a todo el que se nos ocurriera, a todo el que trabajara o conociera a alguien en la industria farmacéutica, en hospitales, etc.… aquello era una locura y una total desesperación, mas aun cuando la primera y única condición para que mi hijo pudiera ser recibido en condición de trasladado en el centro donde verdaderamente se tratan las condiciones del corazón como la de mi hijo era precisamente que tuviéramos la primera ampolla de este medicamento, pues sin ella no había nada que se pudiera hacer.
Básicamente lo que haría el medicamento era mantener abierto un pequeño orificio que los bebes recién nacidos sellan inmediatamente comienzan a respirar con sus propios pulmones y a vivir con su propio corazón y que en Gamal milagrosamente aun no se había sellado completamente lo que nos daba un margen de tiempo para encontrar el medicamento que mantendría ese orificio abierto por espacio de tiempo extra hasta el momento en que se le realizara rápidamente la primera intervención.
Milagrosamente logramos contactar con una doctora en Santiago que tenia dos ampollas y que estaba dispuesta no solo a vendérnosla, sino a regalarlas. Estábamos tan agradecidos!! Recuerdo que mi mama , mis dos hermanas y yo nos tiramos al piso de rodillas a dar gracias a Dios. Coincidencialmente mi padrino estaba en Santiago esa mañana así que el aunque ya venia de regreso camino a la capital, se ofreció a regresarse para buscarlas. Lo esperábamos con tanta desesperación que lo llamábamos cada 20 minutos para saber si ya se había contactado con la doctora, por donde venia, el tiempo que le faltaba para llegar. Insisto, aquello era realmente desesperante ver que la vida de tu hijo es una carrera contra el tiempo y sentir la impotencia de que no hay nada mas que tu puedas hacer.
Finalmente con la promesa de que el medicamento ya estaba en camino logramos hacer los arreglos para que el otro centro medico nos recibiera. Era ya la hora pico de la tarde, así que el trafico estaba insoportable para cuando la ambulancia debía llegar. Increíblemente la ambulancia no lograba llegar a donde estábamos y cada segundo, cada minuto contaba.
Ya para ese momento muchos de mis hermanos de comunidad y amigos se habían enterado de la difícil situación que estábamos viviendo y había un ejercito de gente buscando la manera de ayudarnos, de conseguir el medicamento, de estar con nosotros, de orar, de contactar doctores...Cuando llego la ambulancia, justamente llegaron mis hermanos de comunidad Héctor Iván y Yemnisse, así que a Yemnisse le toco la tarea de acompañarme en la ambulancia. Ya en la ambulancia, de camino a CEDIMAT, hicimos una oración de poder, un clamor que brotaba desde lo mas profundo de nuestros corazones para el único que tenia la palabra final: DIOS. Yo oraba imponiendo las manos sobre mi hijo a través de la incubadora y deseaba pensar que ese era solo un momento de prueba, pero que después el desenlace seria distinto. Nunca olvidare como Dios tocaba el corazón de la asistente de la ambulancia mientras orábamos, pues la vimos llorar con gran sentimiento.
Llegamos a CEDIMAT alrededor de las 8:00 PM y al llegar ya nos esperaban muchos de nuestros hermanos de comunidad en la sala de espera para acompañarnos. De igual manera, el Dr. Iván Pena a quien habíamos contactado desde el otro centro medico, también nos estaba esperando para recibir al bebe.
Después de las primeras horas de evaluación, lo que tenían que decirnos los médicos no era tan alentador pues lamentablemente ya el bebe llevaba sus unas 36 horas de nacido sin todas las condiciones necesarias e ideales para prepararlo para su primera cirugía. Ellos nos explicaron que la condición de Gamal era muy compleja y critica, que existían diversas formas de cardiopatías, pero que lamentablemente la del bebe era muy complicada no solo para ellos, sino aun hasta para el mas experimentado equipo medico del área de cardiología pediátrica en USA. A pesar de todo este desalentador pronostico, Gamal seria sometido a su primera intervención (un cateterismo) a la mañana siguiente.
Esa noche al llegar la hora de marcharme a la casa (pues por mi convalecencia mi esposo seria quien se quedaría a dormir en la sala de espera) me permitieron ver al bebe antes de irme y por primera vez lo vi con mejor aspecto y color (ya no tan morado) y esto me hizo irme un poquito mas tranquila y esperanzada dentro de lo que la situación permitía.
Esa noche al volver a la casa de mi hermana llore tanto….había salido de allí la mañana del día anterior llena de ilusiones, de alegría…con la sencilla idea de que al volver a la casa volvería con mi bebe en brazos y todo seria alegría entre la familia, sin embargo, esa noche regresaba cargada de incertidumbre, de preocupaciones, de dolor. Regresaba sola y mi bebe se había quedado en esa sala de cuidados intensivos. Mi mente revivía el momento en que baje las escaleras con el bulto del bebe en manos lista para irme a parirlo, a encontrarme con el….lista para ponerle las ropitas que llevaba en ese bulto. Me había ido de día, una mañana hermosa que yo entendía era un día perfecto para ver nacer a Gamal y había regresado dos noches después, cargada de igual oscuridad mental que la oscuridad de esa noche. Me sentía como si en el mundo no había en ese momento una persona con un problema mayor que el mío…y aunque se que no es verdad, así me sentía yo, como si no había en esa noche quien estuviera cargando cruz mas pesada.
DIA 3
Al despertar en la mañana, el primer pensamiento fue de negación; mi mente se negaba a aceptar que de verdad me estaba tocando vivir esto. Uno sencillamente tiene una sensación de estar en un mal sueño del que va a despertar en algún momento.
Mi hermana y yo llegamos a la clínica a las 8:30 AM. Al llegar, mi esposo nos dijo que la doctora estaba dentro y que había llegado muy temprano. Estuvimos esperando que salieran los doctores para ver como iban los arreglos de la primera intervención (cateterismo) que seria a primera hora de la mañana. Lamentablemente las noticias siguieron empeorando y fue cuando nos dijeron que el bebe se había descompensado esa mañana. Sus signos vitales, sus niveles de oxigeno, su fuerza habían decaído justo una hora antes de hacer los arreglos para la intervención; de esta manera el bebe se puso en un estado aun mas critico en el que no resistiría el procedimiento. El doctor nos dijo entonces que el bebe no estaba bien y que su corazón estaba muy cansado.
Durante todo el tiempo que estuvimos en CEDIMAT estuvimos orando mucho, toda la sala de espera estuvo siempre llena de mis hermanos de comunidad y amigos, hubo quienes hasta faltaron a sus trabajos para poder estar ahí con nosotros.
Alrededor del mediodía la doctora salió para hablar nuevamente con nosotros, indico que en vista de que el bebe seguía descompensándose seria necesario hacerle una intervención salvífica, ya no el cateterismo que ideal e inicialmente estaba planeado para la mañana, pero si una intervención en la misma sala de cuidados intensivos (por que el bebe no resistiría ni siquiera ser llevado al lugar donde se le realizaría el cateterismo) como recurso para seguir luchando por la vida del bebe. Al salir, la doctora nos informo que la intervención salvífica había sido exitosa y comenzamos todos a orar y agradecer a Dios por ello. Lamentablemente la doctora también nos informo que en vista de que el cateterismo no pudo realizarse en el tiempo en que estaba planeado, se necesitarían mas ampollas del medicamento que inicialmente nos costo tanto trabajo localizar.
Volvimos nuevamente a convertirnos en un “centro de llamadas”, todos los que estábamos allí pensábamos y pensábamos a quien o donde mas podíamos llamar para conseguir el medicamento nuevamente. Inmediatamente se apodero de nosotros el sentimiento de impotencia, de acorralamiento, de no saber que hacer para conseguirlo por el que ya habíamos pasado.
Después de mil llamadas y de la confusión del momento, recordé a Sammy, un amigo y hermano de comunidad que vive en Puerto Rico y quien tiene la mayor generosidad vista en un ser humano y quien tan pronto le hablamos de la situación dejo lo que estaba haciendo para salir a recorrer cada centro medico pediátrico de San Juan, Puerto Rico y al encontrar el medicamento estuvo dispuesto a tomar el primer avión para venir a traerlo. Su vuelo llegaba entonces a las 6:30 PM. Nuevamente la locura de esperarlo con desesperación, de inquietarnos por saber si ya llego al aeropuerto, si lo fueron a recoger, por donde venían en trafico de la hora pico, cuanto les faltaba para llegar….
A veces pienso que una parte bien difícil de lo que atravesamos con el bebe fue no solo enterarnos de su condición medica y toda la preocupación que de por si ya esto generaba, sino vivir esa montana rusa emocional en la que estuvimos con los arreglos de conseguir las primeras dosis del medicamento, conseguir los arreglos para la ambulancia y el traslado, conseguir las segundas dosis del medicamento, la angustia de estar contra el reloj, de estar acorralados….entre el nacimiento de Gamal y su partida fueron pasaron apenas 4 días, pero fueron los mas intensos de mi vida; emocional, física, mental y espiritualmente muy intensos, extenuantes.
Habíamos tomado la decisión de bautizar a Gamal ese mismo día, así que hicimos los arreglos con el sacerdote para que tan pronto como saliéramos de la confusión del momento (por la presión de tener que localizar el medicamento) pudiéramos con un poco mas de tranquilidad y paz, bautizarlo.. y así lo hicimos. Mi hermano de comunidad Leo y mi hermana Rosanna fueron los padrinos.
La tarde continuo sin ningún progreso en la salud del bebe y por el contrario, esa noche me fui a la casa totalmente devastada, sabia que lamentablemente el bebe estaba cada vez peor. Verlo así en esa cama con tantos cables pegados a su cuerpo me afectaba muchísimo. Su cuerpo empezó a hincharse por q que estaba reteniendo líquidos y estaba cada vez mas cianótico (morado). Cada vez que entraba a verlo no aguantaba el durar mucho allí y salía llorando mas desesperanzada a pesar de que los doctores me decían “el bebe esta sedado, el no esta sufriendo, esta tranquilo, esta en paz” …mi corazón sufría mucho al verlo así y no podía evitar el pensar que quizás si estaba sufriendo.
Al parecer en algún momento mi mente comenzó a aceptar lo que seria inminente: la perdida de mi hijo, así que le pedí a Dios que no dejara a Gamal entre nosotros solo por mi egoísmo de madre que me hacia querer retenerlo, ni por evitarme el sufrimiento de madre, sino que lo dejara con nosotros solo si Gamal tendría una vida con salud, una vida plena y abundante. Comencé a decirle “Señor, que se cumpla tu voluntad”.
DIA 4
Era ya el viernes 03 de Diciembre, me costo pararme de la cama esa mañana. Todo el agotamiento físico, mental y emocional comenzaba a hacer estragos en mi cuerpo. No se trataba solo de todo el dolor que atravesaba emocionalmente por esta situación, sino todo el agotamiento al que estaba sometiendo mi cuerpo a pesar de estar recién parida, sin descansar bien, sin reposar los puntos de la episiotomía, sin dormir bien, sin comer bien….
Y era todo ese proceso doloroso que atravesaba mi cuerpo una de las cosas que mas me dolían emocionalmente. Para toda mujer, el dolor de las contracciones, del parto, de los puntos, de la bajada de la leche; solo pueden ser comprendidas y asumidas por la recompensa que traen. Ver la cara de tu bebe es toda la medicina que se necesita para encontrarle sentido a todas estas dolencias, para aceptarlas voluntaria y amorosamente, para ver todas estas transformaciones en el cuerpo y que no sean importantes. Pero cuando se atraviesa el dolor de un parto y al parecer no hay recompensa, el dolor parecería triplicarse. El cuerpo parecería sentir aun mas los achaques. Al parecer es totalmente contra su naturaleza vivir completamente las transformaciones, pesares y dolencias de un embarazo y mas aun de un parto y quedarse después de todo esto con las manos vacías. De repente no hay aliciente, no hay bálsamo para las heridas. Recuerdo que por esta misma razón le decía llorando a mi esposo “Y pensar que este fue el hijo que mas me costo parir”. Yo no entendía que fuera posible que después de parirlo así no fuera a tener la recompensa de tenerlo conmigo.
Mi hermana y yo llegamos al hospital alrededor de las 9:00 AM y relevamos a mi esposo quien aprovecho para ir a la casa a darse un baño y desayunar. Al poco rato de estar allí la doctora mando a llamar “al papa del bebe”, pues a pesar de yo estar presente ya se me veía el desgaste físico y me parece que por mi condición de recién parida la doctora no quería seguir dándome malas noticias a mi. Necesariamente igual tuvo que tener la conversación conmigo y permitieron que entraran a acompañarme mi hermana y mi mama.
La doctora fue muy humana y comprensiva al explicarme la situación de mi bebe. Lamentablemente el bebe estaba muy mal, su condición era critica y había entrado en un estado de salud en el que ya habían colapsado sus riñones, lo cual según sus palabras “hacían el cuadro clínico del bebe incompatible con la vida y solo restaba acompañar al bebe ofreciéndole paz y nuestro amor de padres”.
Cuando ya había regresado mi esposo, nos preparamos para entrar en la unidad de cuidados intensivos para ver el bebe esa mañana y realmente nos llevamos una impresión muy dolorosa. Mi bebe estaba tan hinchado por el colapso de sus riñones que ya no se parecía mucho a el. La hinchazón era tal que su piel estaba sumamente estirada como cuando una persona sufre una muerte ahogado. Me dolía tanto, pero tanto verlo así! Yo quería quitarle todos esos cables y esos tubos y cargarlo, abrazarlo y besarlo….la verdad me era insoportable estar allí frente a el y verlo así, por lo que no paso mucho tiempo cuando decidimos salir.
Siempre recordare con profundo agradecimiento al Dr. Iván Peña. Siempre guardare un recuerdo grato de cómo ese doctor nos brindo no solo sus conocimientos, su entrega y compromiso para mejorar la salud del bebe, sino su corazón tan grande, su apoyo tan humano, su forma de decir las cosas, su manera dulce aun para dar malas noticias, su capacidad de ponerse en nuestro lugar y verle visiblemente conmovido por la situación de mi hijo y por lo que nosotros estábamos viviendo como padres, el verle conmovido por mi dolor de madre al pararme al lado de esa cama. Sigo deseando volver a ese hospital solo para volver a abrazarlo y reconocerle sus increíbles cualidades. Aun así las fuerzas para volver me siguen faltando.
Para el momento en que decidimos salir el doctor Iván nos retuvo en la puerta y nos dijo “Yo se que es muy doloroso para ustedes como padres ver a su hijo así, pero yo les diría que no salgan de la habitación solo por que el dolor los supere. Ahora mismo su hijo es como una plantita que poco a poco se marchita, se consume. El corazón de su hijito esta muy cansado, muy agotado. Aun así el sabe cuando ustedes están ahí, al lado de el y en este momento es lo único que tenemos seguro que el necesita. Atravesar este proceso acompañado. Brindarle paz y amor; y es obvio que este bebito es un bebe muy amado, así que bríndenle todo ese amor que tienen guardado aunque sea solo estando a su lado”
No es necesario decir que muy a pesar del sufrimiento que era para nuestro corazón verlo así, ese día pasamos mucho tiempo con el bebe; acariciando su cabecita, llorando (si, mucho) y besándolo tanto como todo esos cables nos permitían. Era obvio que ese día poco a poco nos íbamos despidiendo de nuestro hijo, nos íbamos despidiendo de la alegría de saber que tendríamos un varón, nos íbamos despidiendo de la ilusión de saber que seriamos cuatro, nos despedíamos de la ilusión que teníamos para esas futuras navidades.
Cada vez que entrabamos a la habitación sus signos vitales decaían a un numero menor y seguíamos afuera esperando lo que inevitablemente ya sabíamos que pasaría y que aun así, aun cuando sabes que sucederá, el corazón de una madre jamás se prepara para aceptarlo.
Eran las 9:00 PM, aun no habían hecho que se retiraran las visitas del hospital, cosa por la que estoy completamente agradecida con Dios pues no puedo y no quiero ni siquiera imaginarme lo que hubiese sido tener que vivir ese momento, esa noche estando nosotros solos. Esa noche estuvieron allí con nosotros todos mis hermanos de comunidad acompañándonos hasta el ultimo momento.
La doctora a cargo del turno de la noche salió, pidió que entraran la madre y el padre e inmediatamente fuimos a la habitación sabiendo lo que esta llamada significaba. Al entrar ya los signos vitales en el monitor estaban bajando rápidamente y mientras estuvimos allí decayeron completamente hasta cero. Vimos apagar uno a uno los aparatos que mantenían a mi hijo con vida y entonces, lo declararon muerto. Lloramos mucho, MUCHO. Pero definitivamente lloraba con cierta aceptación de la partida de mi hijo gracias a las palabras del Dr. Iván y a todas las veces en que poco a poco me fui despidiendo de mi hijo ese día cada vez que entre a estar con el. Lo fui soltando, lo fui entregando en las manos del padre, fui aceptando su voluntad.
A los pocos minutos permitieron a mi hermana y mi hermano entrar a la sala de cuidados intensivos y entonces vi a mi hermana llorar tanto por mi hijo como si fuera suyo, lloraba con desesperación, entonces me toco a mi ser quien la consolara a ella y le pidiera que aceptara la voluntad de Dios.
Las enfermeras también lloraban, era increíble ver como ese equipo medico del Dr. Iván era tan humano como el.
Salí a la sala de espera para informar y estar con mis amigos. Todos llorábamos. Todos habían estado ahí desde el primer momento.
La enfermera volvió a salir y me pregunto que ropita le pondríamos. Yo preferí volver a entrar para cambiar yo misma a mi hijo. Le puse un enterizo azul de mangas largas. Fue la segunda y ultima ropita que llego a usarse de todo lo que compre para el. Después de ponerle la ropa pregunte si podía cargarlo y me dijeron que si. Cargue a mi hijo sin vida y lo abrace con tanta fuerza….lo abrace con el alma, lo abrace besando su cabecita, tratando de olerlo pues me quede con las ganas, lo abrace meciéndolo suavemente como quien lo arrulla para que se quede dormido, lo abrace con el deseo de dejarle todos los abrazos que jamás podría darle, lo abrace repitiendo en un susurro “mi chiquito,… mi chiquito”.
Y no importa cuantas veces escriba sobre esto para vaciar el dolor, el dolor se remueve con igual intensidad, y al escribir sobre ello casi siento que lo estoy volviendo a abrazar ahora mismo….
La mayoría de mis amigos, por no decir prácticamente todos, se quedaron sin conocer a Gamal. Inicialmente por que estaba en una unidad de cuidados intensivos a las que solo podíamos pasar los padres. Sin embargo, una vez declarado muerto le dije a hermana “Quisiera que el féretro sea comprado sin cristal, pues no quiero que vean a mi hijo así…tan hinchadito, tan diferente, tan mal… no quiero que nadie lo recuerde de esta manera”.
Eran ya las 10:30 PM, así que se acordó que nos entregarían el cuerpo del bebe en la mañana siguiente. De igual manera acordamos con mis hermanos de comunidad y amigos que se encontraban allí para reencontrarnos al otro día en la mañana para ir al cementerio juntos. Fue increíble ver como habían tantas personas queridas acompañándonos en esa mañana. Muchos de estos hermanos y amigos tenia tiempo sin verlos pues al vivir en Bávaro se hace muy difícil, sin embargo, esa mañana me recordaron que seguimos igual de unidos, y esa unión no tiene nada que ver con poder vernos a menudo.
Gamal fue enterrado alrededor del mediodía. Aunque parezca increíble decirlo era una mañana hermosa….soleada, con el cielo despejado e intensamente azul. Durante el trayecto de regreso a la casa por un momento pensé que era tonto de mi parte que en medio de esta situación mi mente tuviera el chance para notar que el día estaba hermoso, así que me recrimine interiormente el hecho de que mi mente haya podido pensar en la hermosura de ese cielo y de ese día soleado mientras yo enterraba a mi hijo. Luego para mis adentros pensé “No es un día hermoso para enterrar a mi hijo, es mas bien un día hermoso en el que mi hijo se ha convertido en ángel. Es un día hermoso en el que Dios lo recibe en el coro de los serafines. Es un cielo hermoso como vestido de fiesta para darle la bienvenida”.